Pensábamos que no iba a llegar, pero ya está aquí. La Semana Santa 2022 llama a la puerta de la esperanza. Tras dos años de suspensión por el covid, la pasión se vuelve a adueñar de las calles de España. La música, el aroma, los colores… la esencia de la Semana Santa ya se respira en todos los rincones de un país que ha vivido confinado los dos últimos años.

Cuando el 14 de marzo de 2020 el Gobierno declaró el estado de alarma, la primera celebración perjudicada fueron las Fallas de València, prácticamente ya plantadas en la ciudad del Túria; y la segunda, la Semana Santa. El mazazo fue tremendo. En plena Cuaresma, con la cartelería presentada, algún pregón pronunciado, ensayos de costaleros hechos y muchas ganas de volver a vivir una procesión, especialmente aquellas cofradías y hermandades que procesionan Jueves y Viernes Santo, dos días en los que el temporal de 2019 impidió realizar la práctica totalidad de procesiones organizadas esos días en España.

Si ya se llevaba un año de retraso, el coronavirus obligó a dos ejercicios de parón. Dos años que ola tras ola, contagiados tras contagiados y víctima tras víctima, se convirtieron en tres. Una losa enorme, puesto que a la crisis sanitario se ha unido la crisis económica. Todos los sectores productivos han pagado el pato de la pandemia, pero el turismo, la cultura y el ocio se han llevado la palma. Cuando todo funciona, nadie se acuerda de estos servicios, aparentemente, “no“ esenciales. Peor cuando se tuce la situación, son los primeros en caer… y a los que les cuesta una enormidad levantarse.

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Costaleros con mascarilla portan el trono de Jesús Triunfante en la Procesión de Domingo de Ramos en Elche.

Crisis económica

En esa situación de reactivar motores gripados y llena de combustible el depósito está la Semana Santa. Por ganas no será, ya que tras dos años de epidemia sanitaria y en plena crisis económica provocada por la invasión de Rusia a Ucrania, la Semana Santa 2022 se presenta como una desconexión ante tanta fatiga pandémica. El covid, aunque no lo parezca, sigue entre nosotros, pero ya no hay sentimientos que se repriman en casa. Si además, la flexibilización de las medidas restrictivas es casi total, el deseo de contacto social es inevitable. Ya lo fue en las Fallas 2022 (con el consiguiente aumento de contagios), lo será en las fiestas de Moros y Cristianos -con Alcoy como gran cita en torno al 23 de abril-, y lo será en la Semana Santa… cueste lo que cueste.

Es indudable que la Semana Santa es uno de los principales atractivos turísticos y económicos de España. En menos de 10 días se concentra el 15% del total de los ingresos del sector turístico nacional. Para las ciudades con un calendario marcado a fuego en estas fechas como Sevilla, Málaga, Zamora o Valladolid, esta celebración es tan necesaria como el aire para respirar. Y bien es cierto que la expectación ha elevado hasta más del 80% de reservas en sus plazas hoteleras. En muchos sitios ya está preparado el cartel de “no hay habitaciones”.

En Sevilla, las 23.400 plazas hoteleras estarán llenas entre el Jueves Santo y el Domingo de Pascua, mientras que el resto de la semana se alcanza el 80%.

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Costaleros de la Flagelación (Alicante) con mascarilla en el varal.

En Málaga se espera en que las reservas de última hora puedan mejorar las previsiones de más del 90% de ocupación. En Valladolid también se espera un 100% de ocupación hotelera en los días festivos y superar ampliamente la media del 70% el resto. Y en Zamora, a pesar de la subida desorbitada de precios, confían en superar el 75% de ocupación en los días más señalados.

Uso de mascarilla

Como bien se sabe, las mascarillas dejarán de ser obligatorias el 20 de abril salvo excepciones, como los centros sanitarios. Justo dos días después de finalizar la Semana Santa. Ante la más que previsible relajación con la que se actuará estos días, los profesionales sanitarios recomiendan, en la medida de lo posible, evitar aglomeraciones esta Semana Santa para prevenir más contagios de covid. Los consejos son evidentes: llevar la mascarilla bien ajustada, que sea de alta protección, tipo FFP2, y uso de tapabocas inexcusable en interiores.  Pero de ahí a lo que cada comunidad autónoma tenga preparado, media un abismo.

En Castilla y León, las autoridades sanitarias han optado por el uso obligatorio de la mascarilla en exteriores, en el caso de que no se pueda mantener la distancia de seguridad. Una medida que afecta tanto a la ciudadanía que acuda a los actos programados como a los cofrades que participan en dichos actos.

En Murcia, el Cabildo Superior de Cofradías ha ordenado la obligatoriedad de la mascarilla en la Semana Santa de Jumilla, Murcia, Lorca y Cartagena. Se deberá llevar una mascarilla quirúrgica si se procesiona con la cara tapada, o FPP2 si se hace con el rostro descubierto.

Recomendaciones sanitarias

En Andalucía, las recomendaciones de la Junta sostienen que, tanto los costaleros como hombres y mujeres de trono, deben realizarse un test de autodiagnóstico de coronavirus antes de la estación de penitencia. Además, recomiendan el uso de mascarilla durante las procesiones. Sin embargo, el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla ha otorgado la libertad para que cada hermandad decida si acatar o no las indicaciones de la Junta de Andalucía. Y para las personas que hagan penitencia en las procesiones, que la hagan con mascarilla quirúrgica y mantengan la mayor distancia posible. En cambio, en Málaga las cofradías exigirán a sus hombres o mujeres de trono que faciliten algún documento acreditativo de haberse sometido a una prueba de covid y o se les llevará a cabo un test de autodiagnóstico antes de cada procesión.

En Castilla – La Mancha se exige que se mantenga la mascarilla tanto en interiores como al aire libre. Además, en Toledo y en Cuenca han insistido en evitar las aglomeraciones en las iglesias.

Y en la Comunitat Valenciana, las recomendaciones sanitarias (que no obligaciones) hablan de reducir las aglomeraciones de cofrades y espectadores en la medida de lo posible; no acudir a las procesiones en caso de síntomas compatibles con Covid-19 o con un positivo en prueba diagnóstica; designar por parte de las cofradías y hermandades a una persona para desempeñar funciones de control de las medidas recomendadas; lavado y desinfección de manos previa al inicio de la procesión, y si es posible periódicamente durante su celebración; evitar o reducir en lo posible el uso de faldones o elementos que dificulten la ventilación dentro de los pasos o los tronos; durante las paradas, salir del paso si es posible y mantener la adecuada distancia interpersonal; y, sobre todo, usar la mascarilla en todo momento.

Después de lo que ya hemos visto en los primeros dais de Semana Santa, me temo que la macedonia de medidas, además de confusión e inseguridad, no va a crear más que problemas. Y no siempre que se sale en procesión se obra el milagro.

Esperanza

De lo que no cabe duda es que el sentimiento cofrade siempre ha estado ahí. El otro leía en un especial de Semana Santa publicado en un diario provincial: “Vuelve la devoción”. Un titular con el que solo se puede estar en contra. La devoción no vuelve, no tiene que regresar porque siempre ha estado ahí, ha estado presente o latente, peor un fervor tan arraigado no lo dilapida una pandemia. Una identidad tan marcada no desaparece como cualquier otra moda pasajera. Una pasión es para siempre. Bienvenido a la Semana Santa de la esperanza.

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